Escuela de padres y madres


ESCUELA DE PADRES Y MADRES


Este es un espacio para ofreceros información, para animaros a los padres y madres a hacer
 frente a los retos que conlleva EDUCAR a los hijos.

En esta sección os iremos publicando artículos que pueden ser vuestro interés, o que os pueden 
suscitar inquietud, desde una perspectiva motivadora, e intentando ofreceros herramientas que
 os ayuden a llevar a cabo vuestra importante labor como padres y madres.

Nos gustaría, que participarais a través de comentarios o cualquier duda que os surjan, ya que entre 
todos podemos intercambiar ideas y enriquecernos unos a los otros.


5 comentarios:

  1. RETIRAR EL PAÑAL O CONTROLAR ESFÍNTERES
    Por Nuria Otero Tomera

    El control de esfínteres y la retirada del pañal son conceptos distintos y, en ocasiones, los confundimos. Un niño al que se le retira el pañal sin estar preparado para ello seguirá sin tener el control de esta función aunque nos empeñemos en lo contrario. E incluso puede ser perjudicial. Hay muchos niños a los que, si fuésemos sinceros con nosotros mismos, deberíamos volver a poner el pañal una vez retirado, pues se ve claramente que lo hemos hecho demasiado pronto. Lo que ocurre es que nos parece un retroceso, asumimos como un fracaso educativo el que nuestros hijos continúen con pañal. Y así, nos empecinamos en seguir adelante, aplaudiendo la mínima señal de continencia. Sin embargo, aunque ya no moje la ropa y el suelo a todas horas, habrá que tener en cuenta otros aspectos. Si un niño se hace pis cuando se ríe, cuando se pone nervioso, cuando se olvida de ir al lavabo, cuando está demasiado concentrado en una actividad quiere decir que no tiene el tema controlado. A los adultos no nos pasa ninguna de esas cosas… simple y sencillamente porque sí controlamos. Así que no confundamos el hecho de que nuestro hijo (y nosotros) pueda andar con cierta dignidad por la calle, sin mancharse ni manchar, con que el control de esfínteres sea una realidad.
    Ahora bien… ¿por qué no esperamos a retirar el pañal cuando realmente el niño esté preparado?
    En primer lugar, existe un consenso casi unánime en que para que los niños controlen esfínteres, hay que enseñarles, y eso se consigue a través de la retirada del pañal. Sin embargo, lo ideal sería hacerlo exactamente al revés: esperar a quitar el pañal cuando el niño esté preparado para ello, es decir, cuando pueda controlar esfínteres por sí mismo. Esta idea, en general, produce cierto temor. Se suele creer que si uno no le retira el pañal al niño, éste nunca llegará a controlarse, y tendrá problemas de incontinencia. Lo cierto es que, a no ser que haya un problema funcional real, ningún adulto tiene problemas con el control de esfínteres. Lo que nos hace sospechar que se trata de un proceso madurativo propio del ser humano, y no un objetivo educativo que las familias o las escuelas deban asumir como propio. Desde este punto de vista, en vez de retirar el pañal y correr con el orinal detrás de nuestros hijos, sería mucho más cómodo para todos (sobre todo para los niños, que no se sentirían presionados ni evaluados) esperar a que el propio niño nos diga que ya no necesita el pañal.
    El inicio de la Educación Infantil. En la mayoría de las escuelas de nuestro país, por no decir en la totalidad de ellas, no se admiten niños con pañal. Sabemos que es un problema real de tiempo y atención para una sola maestra o maestro tener 20 niños a los que cambiar y limpiar, pero habría soluciones intermedias si hubiera verdadera intención, por parte de las instituciones educativas, de encontrar alternativas. Pero la realidad es que no se asumen estas posibilidades porque no es sólo una cuestión de recursos humanos, sino de lo que entendemos que un niño debe o no debe saber a una determinada edad. Y pensar que todos los niños, a los 3 años deben tener controlada esta función corporal es, cuanto menos, una idea difícil de materializar.
    La realidad es que cada niño controla esfínteres a una determinada edad, igual que cada niño habla, anda o salta a una determinada edad. El que se asuma habitualmente que a partir de los 2 años debemos empezar a retirar el pañal tiene más que ver con la universalización de la educación infantil, que aún sin ser obligatoria se ve como necesaria (ésta es otra historia que ya trataremos) y de las condiciones que ésta nos impone para admitir a nuestros hijos. Así que, si estamos hablando de un proceso madurativo que tarde o temprano llega a su fin. Dejemos a cada niño seguir su ritmo y encontrarse seguro con su cuerpo antes de imponerle una convención social.

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  2. RABIETAS, BERRINCHES Y OTRAS MANIFESTACIONES DE MALESTAR INFANTIL

    Por Nuria Otero Tomera

    Dice Aletha Solter que los niños sólo se “portan mal” por tres razones:

    1. Están experimentando una necesidad (hambre, sueño, sed, estimulación…) y o bien no está siendo reconocida o bien no está siendo satisfecha.
    2. Tienen información insuficiente sobre las consecuencias de lo que están haciendo.
    3. El niño alberga sentimientos dolorosos, miedos o frustraciones que necesita liberar llorando o rabiando mientras le prestamos atención y contención.

    Desde este punto de vista, me cuesta encontrar algún comportamiento de los niños que sea reprochable, punible o, incluso, corregible. Desde esta visión de las cosas, los niños no se portan mal en absoluto, sino que ponen sobre el tapete su malestar por aquello que necesitan y no obtienen o por aquello que, sencillamente, no comprenden. Quizás todo se solucionaría con un poco más de tiempo, con un poco más de comunicación, con un poco de más de tolerancia hacia lo que los niños sienten y no pueden explicar, manifestar, siquiera reconocer. Puede que los niños, en realidad, nos estén regalando la posibilidad de hacer las cosas de otra manera, de buscar en nuestra relación con ellos qué es lo que pueda estar faltando.
    Me paro a pensar y tal vez, sólo tal vez, la mayor parte de los comportamientos que consideramos intolerables en nuestros hijos tienen que ver con nuestra responsabilidad hacia sus ritmos, sobre su desconocimiento de nuestros códigos sociales o en relación a la conexión o no que nuestros hijos puedan conseguir con sus propios sentimientos. Es decir, que casi todos los comportamientos que, a lo largo del día, intentamos corregir en nuestros hijos necesitarían primero, por nuestra parte, un intenso proceso de reflexión que nos haga encontrar, en nosotros mismos, qué es aquello que podemos hacer para que los niños se sientan mejor. Tal vez todos ganaríamos con el cambio. Ellos, que no tendrían que amoldarse a ciertas exigencias que quizás no puedan comprender o que no puedan cumplir. Y nosotros, que aprenderíamos mucho sobre nuestra conexión con aquello que les sucede a nuestros hijos.

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  4. EL CONTACTO FÍSICO Y EL SUEÑO FAMILIAR

    Por Edurne Estévez

    Desde el punto de vista antropológico, podemos decir que el colecho (dormir en el mismo lecho padres e hijos) es algo normal y natural.

    Muchas veces hemos oído hablar de la importancia del contacto físico en la infancia: llevar a nuestro bebé en brazos, el masaje infantil, tocarles, abrazarles, acariciarles.

    ¿Qué es lo que hace importante el contacto con nuestros hijos e hijas durante el sueño? Pudiera parecer en un principio que el sueño no es más que un momento de descanso, donde desconectar de todo.

    El dormir junto a nuestros hijos nos ofrece un amplio abanico de beneficios tanto físicos como emocionales, y tanto a los padres como a los bebés y niños. El hacer del descanso nocturno una experiencia familiar indudablemente nos acerca como individuos, nos ayuda a reconocer las necesidades de nuestros pequeños más prontamente y con más eficacia. Y para ellos, el saber y sentir que sus padres, sus personas de referencia, se encuentran allí cercanos y accesibles, es un factor que contribuye a su propia seguridad, estableciendo la confianza de que sus necesidades se verán satisfechas cuando sea preciso. El sentirse contenido, acompañado, acariciado, sentir el calor y el olor del cuerpo de los padres, el ritmo de su respiración… son sensaciones familiares y cercanas para el niño, que gracias a ellas puede continuar con su descanso de manera segura y confiada.

    Es necesario tener en cuenta que dado que el sueño es un proceso evolutivo, y los despertares nocturnos habituales y naturales, no vamos a esperar que nuestro pequeño se despierte menos… pero sí que lo haga de manera más tranquila, vuelva a dormirse antes, y con menos angustia que si se despertara y se encontrara a oscuras, solo y en silencio. Los sonidos y olores corporales del padre y de la madre, su calor, son su mundo, su referencia, su lugar seguro. Por eso entre un ciclo de sueño y otro, el sentir esa cercanía le ayuda a conciliar el sueño de nuevo.
    Para los padres, la comodidad de poder atender sus despertares sin salir del dormitorio familiar, y tener la seguridad de que van a despertar enseguida ante sus demandas, produce una sensación de tranquilidad a tener muy en cuenta.

    Estando en otra habitación, la madre o el padre deberían primero escuchar al bebé que se despierta, con lo que en muchas ocasiones cuando eso ocurre, el pequeño está totalmente despejado y angustiado por la falta de la persona de referencia. Ir a la otra habitación, sacar al niño de su cuna, ponerlo al pecho o mecerle hasta que vuelve a dormirse, volver a colocarle con cuidado en su camita, y rogar que no vuelva a despertarse… cosa que con frecuencia vuelve a ocurrir momentos después, ya que ese niño no tiene la seguridad de que va a ser atendido con prontitud, y no desea quedarse solo.

    Por el lado contrario, encontramos el colecho. Cuando el bebé o el niño se despierta, tiene a su madre o padre cerca. Puede ser atendido, tranquilizado y amamantado sin tener que moverse de la cama, sin cambiar de lugar, la mayoría de las veces con tal inmediatez que ni unos ni otros llegan a despertarse completamente. Y a la hora del descanso familiar esto es muy importante, la calidad y cantidad de sueño de ambos padres y del niño se ve mejorada sensiblemente. Los ritmos respiratorios se acompañan, e incluso se ha investigado acerca si de los mismo micro despertares que se producen debido al contacto con los padres durante el sueño inciden en un menor índice de muerte súbita del lactante.

    También en el caso de madres y padres que trabajan fuera de casa, el contacto con sus hijos durante el descanso nocturno es recuperar ese tiempo perdido, esas caricias que las ocupaciones laborales nos arrebatan en ocasiones. La lactancia se ve favorecida, aprovechando los picos de prolactina que se producen durante la noche, y que son aprovechados por el niño para ajustar la producción materna.
    El colecho ha de practicarse siguiendo unas medidas básicas de seguridad, pero una vez solventados esos pequeños momentos de organización del sueño familiar.

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  5. EL PERIODO DE ADAPTACIÓN EN LA ESCUELA INFANTIL:

    Sabemos que el ingreso en la escuela infantil supone un cambio muy importante para el niño, “normalmente” es la primera vez que se separa de su familia, sale de su hogar para pasar a un espacio totalmente desconocido, con adultos desconocidos y con otros niños.

    Las familias también sufrís una adaptación, ya que suele ser la primera vez os separáis de vuestro hijo. Y lo mismo sucede con las educadoras, que también tienen que adaptarse, cada niño es diferente, hay que conocerle, saber sus gustos y preferencias, y conseguir que disfrute y sea feliz en los primeros momentos, y luego, durante el curso.

    Este será paso muy importante en la vida del niño, y aunque en algunos casos al principio la separación le resultará dolorosa, el niño lo irá asimilando, y gracias a esta separación se incrementará su autonomía personal y su grado de socialización.

    El niño experimenta cambios en las áreas de: higiene, alimentación, sueño, rutinas, las rutinas que se establecen en la Escuela Infantil, les ayudan en su organización del tiempo y la actividad, a relacionarse con sus iguales, con los adultos y en la organización del espacio y objetos.

    Los padres tendréis una gran influencia en sus temores, sus expectativas, su ansiedad,... todo lo que vosotros sintáis: La inseguridad, la culpabilidad por la separación, el temor ante el cuidado que vaya a recibir el niño, todo eso son sentimientos habituales en los padres, pero debéis cuidar al máximo vuestras manifestaciones externas, para no trasmitir al niño inseguridad.

    Consejos para padres:

    Lo que hemos comentado, recordaos que vuestra actitud es muy importante. Es necesario no actuar con inseguridad, duda o culpabilidad.
    Durante el periodo de adaptación, en la medida de vuestras posibilidades es conveniente que intentéis llevarle y buscarle vosotros, eso le dará seguridad y se acostumbrará antes al cambio.
    Debemos evitar el chantaje afectivo de “no llores que mamá se va triste”, o la mentira “no llores que mamá viene ahora”.
    Cuando sea la hora de marchar es mejor no alargar la situación: decir adiós con seguridad y alegría. Es importante que no piense que la marcha de los padres es opcional o que si protesta con fuerza impedirá la partida.
    No prolongar las despedidas en exceso. Hay que trasmitir al niño que lo que estáis haciendo es lo mejor para él.
    Dejaremos que el niño lleve, si así lo desea, su juguete favorito, algo que le sea familiar y le mantenga unido con su hogar.
    No es un buen momento para introducir más cambios en la vida del niño (quitar pañales, cambio de habitación...) Será conveniente esperar a que supere el proceso de adaptación.
    Evitar al recogerle frases como “ay, pobrecito, que le hemos dejado solito”, “qué te han hecho?”
    Puede que el niño, en el reencuentro con los padres llore o muestre indiferencia, estas son algunas manifestaciones que no deben angustiarnos, a veces el niño también experimenta sentimientos ambivalentes, contradictorios, al mismo tiempo siente la separación con la educadora y el deseo de ir con sus padres.
    Es posible que surjan pequeñas dificultades, no os alarméis, solo está adaptándose a un ritmo diferente.
    Ese pequeño desequilibrio del inicio del curso debe contemplarse desde una actitud serena de normalidad.
    Objetivos para los papás
    Os proponemos como objetivos para vosotros:

    Que superéis la angustia de la separación.
    Que confiéis en el equipo.
    Que os despidáis de vuestros hijos sin engaños y con seguridad.
    Que conozcáis y valoréis el periodo por el que pasan vuestros hijos.
    Objetivos para los niños
    En cuanto a los niños, en el periodo de adaptación es muy importante la separación con los padres, pero no es solo eso, podríais pensar que si vuestro hijo no llora, se muestra contento y confiado, no necesita un periodo de adaptación.

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